Las motos




─¿Qué lees? ─le digo.
─Un libro.
─Ya veo, ¿y qué libro es?
«El Zen y el Arte del Mantenimiento de la Motocicleta», de Robert M. Pirsig.
─¿Y te gusta?
─No lo sé.
─¿Y por qué no lo sabes?
─Porque no me entero de nada ─frunce el ceño.
─Verás, tienes que considerarlo como «una explicación de dos visiones del mundo diferentes, el pensamiento clásico-racional, de la ciencia y la tecnología, y el pensamiento romántico-abstracto, del arte y las pasiones, que hoy día se se nos muestran inconexas pero que Pirsig se empeña en unir empleando el término Calidad, al que considera indefinible».
─Pues vaya mierda ─parece enfadarse.
─No hombre, «es un divertimento inteligente que desmitifica a la tecnología como enemiga de la Humanidad».
─Pues sigo pensando que es una mierda de libro ─parece más enfadado.
─Léelo con atención, ya verás como te parece interesante. ¿Cómo te llamas?
─Rossi, Valentino Rossi.
─...
─Esto es una mierda. Y además no trae ilustraciones.

11 Revelaciones:

Helter dijo...

Pues ahí lleva razón. Si no lleva ilustraciones es una mierda de libro. Yo nunca leo nada que no lleve ilustraciones. Bueno, vale, nunca leo nada. Pero si no lleva ilustraciones, menos todavía.

Anónimo dijo...

Yo ya me leí el libro, y la verdad, no hay demasiado zen en él, y tampoco sirve como manual de reparación de motocicletas, así que entiendo el desconcierto de rossi

Badil dijo...

Fíjese que yo también pensaba que el Rossi era un intelectual.

Arkab dijo...

Pues ciertamente, Rossi no será un intelectual pero es un extraordinario crítico: vaya pestiño de libro. Sin embargo, nadie me negará lo fardón que queda el Pirsig en la foto con la llave en la mano. Y además la matrícula de la moto es muy bonita, hay que buscar ese número para la lotería de Navidad de este año. [Por cierto, que no les conté que me tocaron 200 leuros en el número que puse en una entrada anterior. Creo que es la primera vez en mi vida que me tocan más de 20 leuros en un sorteo].

Helter dijo...

Arkab, que no le había dicho que le sienta muy bien a su avatar ese virao en perfil azul y rojo del blog de Harry. Mucho mejor que el sepia, ande va a parar. Que el sepia le deja a uno cara de cefalópodo, hopetas.

Arkab dijo...

Huy, pues si supiera que yo el otro día intenté ponerla a usted en obamahopetas porque me dije, yo se lo hago a la Helter, que la Helter se lo haga a Trikki (qué mal me está sonando) y así formamos una coooongá marinera. Encontré el programa poniendo en glúglú «hacerme un retrato hope" y lo hice, pero no me gustó el resultado y no lo puse. El Harry sí que sabe de esto que nme ha dejao más lindo que un san Luis de los suyos.

Helter dijo...

Espérese, que además estoy en plena crisis de identidá, que me quiero cambiar de imagen y no acabo de decidirme. Que no queda serio eso de que el avatar sea alargao, que luego cuando me disfrazo de seguidora más parezco un anuncio de cutrelencería algodonosa.

Harry Sonfór dijo...

Loscohone está hecho el hopetas con el programa ese de internet. Lo hice sí, pero luego lo redibujé entero con el potocho, que no me gustaba el resultado que daba el programa. Un de su sufrir. Que con el programa mal no queda, pero fino fino no.

Harry Sonfór dijo...

Que no he leído «El Zen y el Arte del Mantenimiento de la Motocicleta», que usted qué cree, que si se puede leer o no. Ojo, que yo con la cosa de la filosofía, dende que me leí »El Mundo de Sofía» de Jostein Gaarder, que me hablan de libros que mezclan pensamientos filosóficos y hago ¡fú! con todas las uñas fuera como el gato de Helter cuando ponen el anuncio de la película «Un Chihuahua En Beverly Hills». Madre de dios qué paquete le pillé al Jostein Gaarder. Ojo, que ya de antes me daba cosa, que es que veo una foto suya y me parece que está como lavao, como Richard Branson, que también lo veo como lavao, pero eso, que no puedo verlo. Ya.

Arkab dijo...

Pues qué quiere que le diga, Harry, Pirsig es un escritor con una vida extraña muy apropiada para un escritor filosófico. Normalmente, cuando esto ocurre, a mí me pasa que no me gusta lo que escriben estos señores. Ojo, que también me pasa con otros que llevan una vida muy corriente y no paran de contarte lo que han sentido escribiendo sus libros aunque no se lo preguntes, como Ruiz Zafón. A lo que iba: Harry, mire usted a su alrededor procurando que en su alrededor esté alguna de las cosas que quiere en este mundo, incluida su señora; si le entra un interés inconmensurable de hacer, a su edad, Una Indagación sobre los Valores, pues nada a por el Pirsig; si lo que le entra es un deseo irrefrenable de prepararle a su señora un risotto con boletus edulis y tomárselo juntos con unos Pagos del Moncayo, pues entonces olvídese del Pirsig.

Harry Sonfór dijo...

Ah, pues así como me lo pone me parece que me lo voy a pensar, sí.
Miau.


The Goldfinch Carel Fabritivs (1654, año de su muerte)

Ernst Haeckel

Ernst Heinrich Philipp August Haeckel
(* 16. Februar 1834 in Potsdam; † 9. August 1919 in Jena)
war ein deutscher Zoologe und Philosoph.

Portraits

Lithographies

Kunstformen der Natur


El órgano fantasma

«Cuenta Montaigne que cuenta el piadoso Santiago de la Vorágine que en un pueblo de Alsacia vivía un hombre que tenía adherido a su cuerpo el cuerpo más pequeño de otro hombre, una especie de bebé descabezado que se clavaba a su huésped más grande a partir del cuello. Un médico peregrino se ofreció a extirpar la anomalía con ayuda de un cirujano local. Una vez concluida la operación, el paciente se mostró muy agradecido y contento. El médico peregrino no le cobró un céntimo y a cambio sólo le pidió que le dejara llevarse el cuerpecillo extirpado y convenientemente disecado para exhibirlo por doquier como prueba de su talento. Semanas después, el paciente empezó a dar señales de una terrible melancolía: decía seguir sintiendo la presencia de aquel cuerpecillo, como si aún lo llevara adherido a sus carnes y declaraba que su ausencia le hería el espíritu mucho más que otrora su presencia el cuerpo. Según algunos comentaristas, el hombre acabó vagando por la tierra como un alma en pena. Otros autores afirman que el paciente sencillamente murió de tristeza dos meses después de la cirugía. Respecto a la suerte del médico el veredicto de todos es unánime: pagó su vanidad con la muerte a manos de unos salteadores de caminos». Monstruos y fenómenos extraordinarios de la Edad Media, Patricio Ferrufino S.J.
Citado por Santiago Cárdenas