Toda ciencia trascendiendo




Le he pedido a la Pk. que me dejara hacerle una foto con el San Pancracio y el perejil y no había manera hasta que al final ha accedido a cederme una mano con naranja y el Jesús Vázquez al fondo. O su pograma o lo que sea eso. «Que para qué quiero yo colgar cosas suyas en internet», me ha dicho. «Pues que quiero poner un poema de SJDLC», le he contestado. «Pues léemelo antes», me ha inquirido amenazante. Y empiezo a leérselo y en la tercera estrofa me dice «Èste se ha fumao algo, pero anda, te dejo poner la foto». Ole.


Entréme donde no supe:
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Yo no supe dónde estaba,
pero, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida, vía recta;
era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo,
toda ciencia trascendiendo.

Estaba tan embebido,
tan absorto y ajenado,
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado,
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo.
toda ciencia trascendiendo.

El que allí llega de vero
de sí mismo desfallece;
cuanto sabía primero
mucho bajo le parece,
y Su ciencia tanto crece,
que se queda no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Cuanto más alto se sube,
tanto menos se entendía,
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía:
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Este saber no sabiendo
es de tan alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer;
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Y es de tan alta excelencia
aqueste sumo saber,
que no hay facultad ni ciencia
que la puedan emprender;
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
irá siempre trascendiendo.

Y, si lo queréis oír,
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia;
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.

6 Revelaciones:

Harry Sonfór dijo...

Calle, que yo andaba todo ilusionado con ganas de ver ayer el programa del Escassi y que me lo han cambiado de día, que ahora es el jueves. Vivo sin vivir en mí, como STDJ, pero más concentradamente aún. Ay qué sufrir.

anagadner dijo...

¡Hola Arkab!
Peazo de extásis que tenía delacroix.¿está usté seguro que era un éxtasis místico?

Arkab dijo...

Pues yo creo que sí, anagadner, que algún mixtico tuvo que encender para prepararse el peta de maría.

Ánimo, Harry, que ya va poder usted disfrutar de bonitas tamborradas la próxima semana.

Helter dijo...

Oiga, peazo perejil... Este perejil más que para picarlo es para usarlo como papel de regalo.

Arkab dijo...

Helter, ya sabe usted que en casa gustan de cosas hermosotas. Sin ir más lejos, mi hijo Pablo ya me saca quince centímetros. A lo alto me refiero, por supuesto.

Helter dijo...

Por supuesto :)


The Goldfinch Carel Fabritivs (1654, año de su muerte)

Ernst Haeckel

Ernst Heinrich Philipp August Haeckel
(* 16. Februar 1834 in Potsdam; † 9. August 1919 in Jena)
war ein deutscher Zoologe und Philosoph.

Portraits

Lithographies

Kunstformen der Natur


El órgano fantasma

«Cuenta Montaigne que cuenta el piadoso Santiago de la Vorágine que en un pueblo de Alsacia vivía un hombre que tenía adherido a su cuerpo el cuerpo más pequeño de otro hombre, una especie de bebé descabezado que se clavaba a su huésped más grande a partir del cuello. Un médico peregrino se ofreció a extirpar la anomalía con ayuda de un cirujano local. Una vez concluida la operación, el paciente se mostró muy agradecido y contento. El médico peregrino no le cobró un céntimo y a cambio sólo le pidió que le dejara llevarse el cuerpecillo extirpado y convenientemente disecado para exhibirlo por doquier como prueba de su talento. Semanas después, el paciente empezó a dar señales de una terrible melancolía: decía seguir sintiendo la presencia de aquel cuerpecillo, como si aún lo llevara adherido a sus carnes y declaraba que su ausencia le hería el espíritu mucho más que otrora su presencia el cuerpo. Según algunos comentaristas, el hombre acabó vagando por la tierra como un alma en pena. Otros autores afirman que el paciente sencillamente murió de tristeza dos meses después de la cirugía. Respecto a la suerte del médico el veredicto de todos es unánime: pagó su vanidad con la muerte a manos de unos salteadores de caminos». Monstruos y fenómenos extraordinarios de la Edad Media, Patricio Ferrufino S.J.
Citado por Santiago Cárdenas