El perrito de las praderas




El perrito de las praderas (Cynomys Ludovicianus) es un mamífero terrestre perteneciente al orden de los roedores y al suborden de los esciromorfos. Aunque lo parezca, no está emparentado con los perros, sino con las ardillas terrestres y arborícolas. Perritos de las praderas los hay de cinco tipos: Perrito de las praderas de cola negra, Perrito de las praderas de cola blanca, Perrito de las praderas de Gunnison, Perrito de las praderas de Utah y Perrito de las praderas mexicano ─Harry Sonfór seguramente se estará preguntando si existe la variedad Perrico de las praderas de Pedrola; lamentablemente la respuesta es negativa, no existe el Perrico de las praderas de Pedrola─. En su lugar de origen los perritos de las praderas viven en grandes colonias, en territorios familiares en los que suele habitar un solo macho con varias hembras y sus crías, como tiene que ser, eso sí que es diseño inteligente: un solo macho, varias hembras, resuelto el problema del «hoy no, que me duele la cabeza», bastante común en las hembras de perrito de las praderas. El perrito de las praderas suele alcanzar aproximadamente un tamaño de entre 28 a 33 cm. (sin contar la cola, digo el rabo, bueno, ya me entienden) y un peso aproximado de entre 700 a 1500 gr., y su alimentación se compone de hierbas, plantas silvestres, heno, verduras, fruta y grano. Alcanzan su madurez sexual alrededor de los dos años y tienen una esperanza de vida de entre 8 a 12 años.

En la foto de arriba, un perrito de las praderas en actitud cariñosa. En la foto de abajo, un perrito de las praderas en actitud ofensiva. Esta última foto se ha obtenido de aragosaurus, una página en la que encontrarán muchos fósiles y también una tesis doctoral de un señor que se llama Mario a la que ha puesto uno de los nombres de tesis doctoral más bonitos de leer que yo he visto en mi vida: «Paleohidrología y cambios climáticos abruptos en el NE de la Península Ibérica durante los últimos 21.000 años: el registro lacustre de Estanya (Huesca)». No me digan que no quedaría bonito el título para una película de Indiana Jones o para un libro de Dan Brown, El registro lacustre de Estanya. A mí me gusta. Hala, pues ya está actualizado el blosj, que hay que ver lo que me cuesta últimamente.



5 Revelaciones:

Harry Sonfór dijo...

Ay, qué riquín ese perrito besucón que ha puesto, Arkab. Oiga ¿y hay perricos de la pradera de Tauste o no hay?

Santiago Cabello dijo...

Que sí, que en Tauste debe de haber perricos de las praderas y de los sasos. Oiga Arkab, y qué me dice de los gaticos ¿Hay gaticos de las praderas?

Helter dijo...

Muy segura no estoy, que hace mucho tiempo que la vi, pero ¿a que en La casa de la pradera salía un perrico?

Harry Sonfór dijo...

Salía un perrico al que unos llamaban Niebla y otros llamaban Patrás. Ah, no que era Amedio. Ay, no que me lío.

Helter dijo...

Y los perritos grafólogos, anda, que ya me había olvidao de los perritos grafólogos. Y también están los perritos forenses.


The Goldfinch Carel Fabritivs (1654, año de su muerte)

Ernst Haeckel

Ernst Heinrich Philipp August Haeckel
(* 16. Februar 1834 in Potsdam; † 9. August 1919 in Jena)
war ein deutscher Zoologe und Philosoph.

Portraits

Lithographies

Kunstformen der Natur


El órgano fantasma

«Cuenta Montaigne que cuenta el piadoso Santiago de la Vorágine que en un pueblo de Alsacia vivía un hombre que tenía adherido a su cuerpo el cuerpo más pequeño de otro hombre, una especie de bebé descabezado que se clavaba a su huésped más grande a partir del cuello. Un médico peregrino se ofreció a extirpar la anomalía con ayuda de un cirujano local. Una vez concluida la operación, el paciente se mostró muy agradecido y contento. El médico peregrino no le cobró un céntimo y a cambio sólo le pidió que le dejara llevarse el cuerpecillo extirpado y convenientemente disecado para exhibirlo por doquier como prueba de su talento. Semanas después, el paciente empezó a dar señales de una terrible melancolía: decía seguir sintiendo la presencia de aquel cuerpecillo, como si aún lo llevara adherido a sus carnes y declaraba que su ausencia le hería el espíritu mucho más que otrora su presencia el cuerpo. Según algunos comentaristas, el hombre acabó vagando por la tierra como un alma en pena. Otros autores afirman que el paciente sencillamente murió de tristeza dos meses después de la cirugía. Respecto a la suerte del médico el veredicto de todos es unánime: pagó su vanidad con la muerte a manos de unos salteadores de caminos». Monstruos y fenómenos extraordinarios de la Edad Media, Patricio Ferrufino S.J.
Citado por Santiago Cárdenas