El conejito burlón




[...]«El titular periodístico a propuesta de los políticamente correctos sería algo así como que “Los animales del bosque hacen ‘mobbing' a un conejito”. Si el conejito sacaba la lengua a los demás debía de ser cosa de un fracaso social, un complejo de la infancia o una patología que necesitaría la asistencia de psicólogos, psiquiatras y grupos de atención al menor coordinados desde la Dirección General de su comunidad autónoma. Pero nada de hacerle de menos.[...] Incluso se preguntarían por qué es conejito y no conejita, que es una duda en la que se emplea mucho tiempo y dinero en los tiempos que corren». A. Botella ironizando en su interpretación del cuento «El conejito burlón» en su nuevo libro de cuentos comentados, mientras sumas y restas peras con manzanas y tal, «Cuentos de Navidad», Ed. Planeta. 2009.

Ejercicio de observación: La foto e ilustración de arriba muestran a Sally Dubersson en 1965, teniendo en cuenta que en enero de dicho año posó para la revista Playboy, independientemente de si es usted políticamente correcto, o de si es adicto al tabaco, o de si se va a comprar el libro de A. Botella a sus hijos y/o nietos para las entrañables fechas navideñas que se aproximan, adivinar el número de conejitos y conejitas que aparecen en la imagen.

9 Revelaciones:

Harry Sonfór dijo...

Madre qué lecturas me lleva usted...

Harry Sonfór dijo...

Oiga, qué mona la Sally Duberson.

Arkab dijo...

Qué va, Harry, se trataba sólo de una excusa para poner a Sally Duberson sin que nadie se diese cuenta de mi adicción a las macizas. Recién acabo de terminar un libro sobre asesinos psicóticos y psicópatas de la Ejpaña de nuestros días ─bastante malo, por cierto─ y ahora me dispongo a leer, si mi santa se digna por fin a recogerlo del correo, «Gallardo y calavera», la autobiografía del Errol que usted citara un día, pero me lo he comprado de segunda mano en la edición de 1970 y pico. ¡Vivan los capadores guapotes de borregos a bocaos! Ole.

Anónimo dijo...

qué confusión... yo no veo más que manzanas...

Helter dijo...

Esa foto la estuve viendo durante años colgada en una pared de mi casa. Me daba envidia esa chica ahí, tomándose el café en bolas tan tranquila, con los pies acariciados por una alfombra de conejo. Entonces a las modelos aún no les daba vergüenza enseñar la marca del bikini.

Harry Sonfór dijo...

¿Y cómo es que la quitó, con lo maja que es la foto, Helter?

Harry Sonfór dijo...

¡Y viva Errol!

miguelgato dijo...

Oiga Arkab que aunque a mi no es que me enseñaran a ser especialmente educao pues aprendí algo sobre esto y por eso vengo a darle la bienvenida a mi blog, que veo que se ha hecho seguidor del mismo.
Sepa que es un honor, voy mas güeco por la calle y todo.

Harry Sonfór dijo...

Es cuenta las cosas muy bien, Miguelgato. La entrada de los huevos (la del bar quiero decir) ya me la he leído tres veces, y la de los pajaricos otras tantas.


The Goldfinch Carel Fabritivs (1654, año de su muerte)

Ernst Haeckel

Ernst Heinrich Philipp August Haeckel
(* 16. Februar 1834 in Potsdam; † 9. August 1919 in Jena)
war ein deutscher Zoologe und Philosoph.

Portraits

Lithographies

Kunstformen der Natur


El órgano fantasma

«Cuenta Montaigne que cuenta el piadoso Santiago de la Vorágine que en un pueblo de Alsacia vivía un hombre que tenía adherido a su cuerpo el cuerpo más pequeño de otro hombre, una especie de bebé descabezado que se clavaba a su huésped más grande a partir del cuello. Un médico peregrino se ofreció a extirpar la anomalía con ayuda de un cirujano local. Una vez concluida la operación, el paciente se mostró muy agradecido y contento. El médico peregrino no le cobró un céntimo y a cambio sólo le pidió que le dejara llevarse el cuerpecillo extirpado y convenientemente disecado para exhibirlo por doquier como prueba de su talento. Semanas después, el paciente empezó a dar señales de una terrible melancolía: decía seguir sintiendo la presencia de aquel cuerpecillo, como si aún lo llevara adherido a sus carnes y declaraba que su ausencia le hería el espíritu mucho más que otrora su presencia el cuerpo. Según algunos comentaristas, el hombre acabó vagando por la tierra como un alma en pena. Otros autores afirman que el paciente sencillamente murió de tristeza dos meses después de la cirugía. Respecto a la suerte del médico el veredicto de todos es unánime: pagó su vanidad con la muerte a manos de unos salteadores de caminos». Monstruos y fenómenos extraordinarios de la Edad Media, Patricio Ferrufino S.J.
Citado por Santiago Cárdenas