Rosalind Elsie Franklin




El otro día fui a hacer una transferencia para que el librero uruguayo que les comenté hace unos días me remitiese el pedido. El envío del dinero se tiene que hacer a través de las oficinas de Correos en colaboración con las de Western Union (si lo hacen a través de una oficina bancaria en lugar de transferencia se denomina atraco a mano armada), para lo cual tienen que rellenar un impreso que el empleado trasladará a un formulario en el ordenador. Cuando crean que ya está todo hecho, el señor de Correos le preguntará su profesión. En mi caso iba a responderle instintivamente pero me detuve y dije «¿para qué quieren saber mi profesión?», a lo que me contestó «pues no tengo ni idea, pero si no completo este campo no puedo realizar la transferencia». «Ah, comprendo; zoólogo, soy zoólogo», dije sin dudarlo. Oigan, salí de la oficina más contento que unas pascuas. Antes de llegar de vuelta a casa, ya tenía la siguiente profesión para la próxima vez que envíe dinero a través de la Western Union, seré cristalógrafo. Corro el riesgo de que pongan finalmente cristalero en el formulario, pero me arriesgaré porque será mi pequeño homenaje a Rosalind Elsie Franklin (1920-1958), una científica británica que realizó la famosa Fotografía 51 que resultaría imprescindible para descubrir la estructura doble helicoidal del ADN. A Rosalind Franklin no le quedó más remedio que aguantar el machismo de la época que, por ejemplo, impedía a las mujeres tomar café o té en «las salas de hombres» que se habilitaban en los centros de investigación, además de tener que soportar al estúpido ególatra de su jefe, el también científico Maurice Wilkins, y, probablemente, las impertinencias del capullo de James Watson (mordacidad póstuma lo llaman algunos). Rosalind Franklin tuvo el detalle de morirse unos años antes de que estos dos, junto a Francis Crick, recibiesen el Premio Nobel de Medicina en 1962 por el descubrimiento de la estructura de la molécula de ADN. De haber vivido en aquel momento, habría causado un tremendo problema a la Academia sueca porque el Nobel no se puede conceder a cuatro personas. Rosalind Franklin murió de un cáncer de ovarios por las exposiciones a Rayos X que sufrió a lo largo de sus investigaciones. No, no fue muy cuidadosa con su salud en este aspecto, todo hay que decirlo.

8 Revelaciones:

Badil dijo...

No hubiese supuesto ningún problema: O se casaba con uno de los ilustres, ya que la inteligencia se adquiría al adoptar el apellido marital perdiéndo el propio y así eran como una sola persona (el matrimonio Curie, por ejemplo..)o hubiese pasado por la ayudante. Cienes y cienes de casos.
¡Que guapa la Franklin!

Helter dijo...

A mí ya me gustaría que me dieran un Nobel, pero ej que ahora mismo tengo tos perruna y me iba a sentar como un tiro. Que se lo den a otr@.

Harry Sonfór dijo...

Oiga, pues eso que ha contado usted sobre lo de decir la profesión me ha recordado que una noche hace años cogí un taxi y le dije, lléveme a la calle tal (imagino que lo diría medio mal, pues alguna copita me había sentado mal o me había hecho daño en el estómago pues iba borracho como un ornitorrinco borracho). En estas que el taxista me da conversación y me dice ¿Y usted en qué trabaja pues? y yo le respondo (así, con el morro torcido): Publiciá (que quería decir publicidad, porque en aquella época trabajaba de eso) y oiga, fue decir eso y veo que el taxista como que se pone tieso, como orgullosote de llevarme en el taxi y me dice «ah, muy bien muy bien», yo nunca había visto a nadie ponerse tan orgulloso y contento tras decirle que trabajaba en publicidad, que es de esas cosas que no suelen alegra a nadie. En eso que el taxista me dice ¿Y cómo está la calle? y yo le respondo que la calle está bien, que unos días hay más trabajo y otros menos. Y entonces me dice «ya, pero no es tan fiero el león como lo pintan, hombre, por estas calles de aquí sí que hay mucha delincuencia», en esas que a mí, con el medio torzón que llevaba, en ese instante una neurona muerta se me conecta con otra neurona muerta y de pronto me digo para adentro «¡Policía, este tipo se piensa que soy policía!» y oigan, como vi que al hombre le hacía tanta ilusión me dije: no le voy a quitar la alegría, oye, que policía sólo vas a ser una vez en la vida. Así que oiga, que refresqué del torzón en un momento y le conté unas cuantas trolas y unos cuantos pegotes gordos y el hombre se quedó más contento que unas pascuas. Salí del taxí como Harry el Sucio, pim pam, pim pam. Hecho un héroe nacional.

Trikki dijo...

Oiga, Harry, que a ver si se puso tieso por que creía que le iba a revisar el taximetro.

Arkab, lo que me sorprendio la ultima vez que estuve en correos, es que venden de todo ya, teléfonos, chicles, caramelos, lotería de la cruz roja y depósitos a plazo fijo.

Helter dijo...

Ah, pues una vez me entró uno en la tienda y me dijo: "dame dinero". Y yo, sin alzar la mirada de la bufanda del barça que estaba tejiendo, le dije: "no".
Se mosqueó, tiró un par de cosas al suelo y se fue. Después entró un cliente habitual y me preguntó si el tipo ese me había hecho algo. Le dije que no y contestó: "ah, como llevaba una navaja en la mano...". Oño, el tipo me había "dame EL dinero", que no es lo mismo.

Harry Sonfór dijo...

A mí una vez me entró un tipo por la calle con una navaja y me dijo «el dinero o la chupa» y le dije «por el tracto rectal te la introduzco».

Trikki dijo...

Oigan, esta vez es verdad, en mi época de tendero un tipo pelirrojo con pelo corto miraba una lata de sardinas en aceite, una lata de las que había sin caja, e iba serigrafiada con fotos de sardina.Páso junto a su lado y me pregunta levantando la mano con la lata.

-¿Estan buenas verdad?
- Si, esas están muy buenas, le digo.
- No, si no hace falta que me lo digas, me lo han dicho las sardinas estas (señalando a la serigrafía del dibujo).

Más tarde me enteré que ese señor éra un magnifico estudiante de derecho hasta que tuvo una ingesta masiva de algo llamado "tripi" , también veía leones volando a la hora de irse a dormir, pero bueno, a lo que voy, si ya le habían dicho las sardinas que estaban buenas, ¿pa qué coño pregunta?.

Luego estaba la Señora Ramona,una encantadora abuelita que todos los santos días durante seis meses de Lunes a Sábado, venía a las 13:29 a comprar un saco de arena para gatos. El super cerraba a las 13:30(si, antes se cerraba a mediodía caramba), y nos tocaba esperar diez minutos hasta que la señora cojía su arena. Un día me dió por sospechar que algo raro pasaba, hasta que lo descubrí. A las 13:30 en punto lasluces de la mitad de los pasillos se apagaban automaticamente con mi dedo, y era ahí, justo al lado de la comida de animales donde estaba colocado el expositor de especias,en la oscuridad del pasillo apagado, donde la señora Ramona mangaba cada dia tres botes de piñones y se los colocaba en el holgado vestido. Y el caso es que yo pensaba "coño, mira que vende piñones esta tienda".

¿me ha quedao muy tocho el mensaje?

No hace falta que consteste, ¿tres y dos?

Helter dijo...

Lo mismo que dos y tres.


The Goldfinch Carel Fabritivs (1654, año de su muerte)

Ernst Haeckel

Ernst Heinrich Philipp August Haeckel
(* 16. Februar 1834 in Potsdam; † 9. August 1919 in Jena)
war ein deutscher Zoologe und Philosoph.

Portraits

Lithographies

Kunstformen der Natur


El órgano fantasma

«Cuenta Montaigne que cuenta el piadoso Santiago de la Vorágine que en un pueblo de Alsacia vivía un hombre que tenía adherido a su cuerpo el cuerpo más pequeño de otro hombre, una especie de bebé descabezado que se clavaba a su huésped más grande a partir del cuello. Un médico peregrino se ofreció a extirpar la anomalía con ayuda de un cirujano local. Una vez concluida la operación, el paciente se mostró muy agradecido y contento. El médico peregrino no le cobró un céntimo y a cambio sólo le pidió que le dejara llevarse el cuerpecillo extirpado y convenientemente disecado para exhibirlo por doquier como prueba de su talento. Semanas después, el paciente empezó a dar señales de una terrible melancolía: decía seguir sintiendo la presencia de aquel cuerpecillo, como si aún lo llevara adherido a sus carnes y declaraba que su ausencia le hería el espíritu mucho más que otrora su presencia el cuerpo. Según algunos comentaristas, el hombre acabó vagando por la tierra como un alma en pena. Otros autores afirman que el paciente sencillamente murió de tristeza dos meses después de la cirugía. Respecto a la suerte del médico el veredicto de todos es unánime: pagó su vanidad con la muerte a manos de unos salteadores de caminos». Monstruos y fenómenos extraordinarios de la Edad Media, Patricio Ferrufino S.J.
Citado por Santiago Cárdenas