Nazar Boncuk

 



El origen del ojo azul turco (Nazar Boncuk) para contrarrestar el «mal de ojo» se debe a la invasión sufrida por Turquía de los pueblos del norte. Los nórdicos tenían los ojos azules y en Anatolia pensaron que eran los culpables de muchas de sus enfermedades y penalidades. «¿Cómo lo solventamos?», se preguntaron los anatolianos, «pues creando ojos azules nosotros mismos en los hornos, empleando para ello el cobalto, el ópalo o el zinc y una buena carga de leña de pino», se contestaron poniéndose al tiempo manos a la obra. [Fuente:  Servicio de Oftalmología del Hospital de Navarra. Arch Soc Esp Oftalmol v.82 n.11 Madrid nov. 2007].

En la foto, adorno con árbol del Nazar Boncuk en la fachada
de una casa particular de Estambul el día que recibieron la visita de Paul Newman.


10 Revelaciones:

Helter dijo...

Tuve un cliente griego que era marino mercante. No, no era alto y rubio como la cerveza, era más bien bajito y moreno. Un día me regaló una pulsera con un ojo, un globito ocular de iris azul. Me dijo que traía buena suerte. Fue ponérmela en la muñeca y empezar a salirme todo mal. Como que yo no soy supersticiosa, se la regalé a otra persona sin contarle lo que me había pasado. Años después me confesó que desde que se la puso todo empezó a salirle mal y que acabó tirándola a una alcantarilla.

Harry Sonfór dijo...

Helter, si quiere no me conteste ¿es posible que la persona a la que regaló la pulsera la tirara por una alcantarilla del barrio del Carmel?

Helter dijo...

Como posible, es.
Harry, si quiere no me conteste, pero... ¿usted puede entrar en el pombo? Es que no sé si es que me han baneao y no me he enterado o qué.

Anónimo dijo...

Nos deben haber baneao a todos los que escribimos mucho, porque yo tampoco puedo entrar.

OE

Harry Sonfór dijo...

Helter, se ha debido caer el servidor o algo así. Será cuestión de tiempo.

Helter dijo...

Ya, pero es que además en casa hace que no puedo entrar en hotmail desde anteayer, y ya me estoy mosqueando. Yo creo que la CIA me ha oscurecido la IP o algo. O la TIA. O mi tía. Que me tienen fichada. Si de repente dejan de tener noticias de mí, sean tan amables de enviarme una morcilla de burgos a guantánamo. A mí no me va a llegar seguro, pero igual los guardias me torturan con un poquito más de amabilidad.

Farencica dijo...

Pues sí que quería usted poquico a quien le regaló la pulsera, Helter.

Arkab dijo...

Ole ese Orfeo guapo que ha venido a verme y no me ha dicho nada del Ninio Torres.

Bien, se arregló ya lo de El Pombo. Ha sido hablar yo con mi Nazar Boncuk, y todo arreglado. Porque yo tengo uno. Lo llevo en el coche, en el de ahora y en los anteriores, colgado en el espejo retrovisor interior. Algunos de ustedes, los más incrédulos, pensarán que es una superstición, pero no: tiene poderes y poderes bien gordos. Ese ojo azul lo compré hace casi dieciséis años en el pabellón de Turquía de la EXPO'92 por apenas quince duros; bueno, pues desde entonces no se ha vuelto a celebrar ninguna exposición universal en Sevilla. Para que lugo digan que no sirven los ojos azules turcos.

Helter dijo...

Faren, yo no creo en la mala suerte. Pero en esa época le juro que la mala suerte sí creía en mí, así que pensé que era personal e intransferible mía. Y la verdad es que como pulsera era una monada.

Badil dijo...

Hay que ver el miedo que le tienen al Paul Newman en esa casa ¿no?


The Goldfinch Carel Fabritivs (1654, año de su muerte)

Ernst Haeckel

Ernst Heinrich Philipp August Haeckel
(* 16. Februar 1834 in Potsdam; † 9. August 1919 in Jena)
war ein deutscher Zoologe und Philosoph.

Portraits

Lithographies

Kunstformen der Natur


El órgano fantasma

«Cuenta Montaigne que cuenta el piadoso Santiago de la Vorágine que en un pueblo de Alsacia vivía un hombre que tenía adherido a su cuerpo el cuerpo más pequeño de otro hombre, una especie de bebé descabezado que se clavaba a su huésped más grande a partir del cuello. Un médico peregrino se ofreció a extirpar la anomalía con ayuda de un cirujano local. Una vez concluida la operación, el paciente se mostró muy agradecido y contento. El médico peregrino no le cobró un céntimo y a cambio sólo le pidió que le dejara llevarse el cuerpecillo extirpado y convenientemente disecado para exhibirlo por doquier como prueba de su talento. Semanas después, el paciente empezó a dar señales de una terrible melancolía: decía seguir sintiendo la presencia de aquel cuerpecillo, como si aún lo llevara adherido a sus carnes y declaraba que su ausencia le hería el espíritu mucho más que otrora su presencia el cuerpo. Según algunos comentaristas, el hombre acabó vagando por la tierra como un alma en pena. Otros autores afirman que el paciente sencillamente murió de tristeza dos meses después de la cirugía. Respecto a la suerte del médico el veredicto de todos es unánime: pagó su vanidad con la muerte a manos de unos salteadores de caminos». Monstruos y fenómenos extraordinarios de la Edad Media, Patricio Ferrufino S.J.
Citado por Santiago Cárdenas