Cambio de vías




En la fotografía (Circa, 1967), unos operarios realizan un cambio radical de vías y consiguen salvar la vida de un señor trajeado que se dirige, displicente, al final de su jornada laboral, a casa para desgranar unas habas ─que cultiva primorosamente en su huerto familiar─ con las que improvisar un guiso de habas frescas desgranadas con senderuelas (para envidia y escarnio hoy de Adrià, Aduriz, Roca y Arzak) que degustar junto a su amada esposa mientras ven la película de Pauline Marion Goddard Levy, Paulette Goddard,«Memorias de una doncella», de Jean Renoir, en una flamante pantalla de plasma plasmática de la muerte, pero de las de entonces. No obstante eio, observen en la fotografía cómo uno de los operarios no colabora en la maniobra y se marcha enfadado porque la misma supondría, como así fue, por cierto, que el tranvía que se aproxima a lo lejos matase a cinco personas obesas que se manifestaban atadas con cadenas a la vía un poco más allá, fuera de plano, contra la comida vegetariana austera bajo el lema «la vida sin pringá, ni es vida ni es ná».
[Sacado del libro «Tribute to my lighthouse, my guide and my pastor» de H. O'Pettas (Circa, 1881-?)].

Pirineos Sur 2009





Crítica artística del cartel:

Se trata de un diseño democrático que supone «belleza para todos», reconociendo sin ambages las influencias, principalmente, de la tradición modernista aragonesa. Me gusta.
M.


Durante mi ausencia




Durante estos días de ausencia han ocurrido muchas cosas. Me ha crecido un miembro fantasma supernumerario, se trata de un nuevo brazo que parte del codo izquierdo y que me permite al mismo tiempo tener una taza de café en la mano derecha, un cigarrillo en la mano del brazo izquierdo antiguo y escribir con la mano del nuevo miembro fantasma supernumerario. Sigo siendo, pues, zurdo. Además, he tenido la oportunidad de visitar la tumba de Kapitsa, en un descuido del celador dispuse sobre ella varias miniaturas de hierro y comprobé que, como me habían contado, se movían alegremente tal que si estuviesen vivas. Puede que la superfluidez del helio fuese algo trascendente, pero a mí me parecen mucho más divertidos los campos magnéticos de potencia creciente; yo soy así. Gran tipo este Kapitsa, sí. También me he convertido en usuario de un juego de rol del que omitiré su nombre. Los jugadores se citan en el Salón de Plenos de la Citizen Golden Tower, en la ciudad de Circa, y se encuentran con una gran ruleta de la fortuna, con su abecedario en primorosas letras doradas ─elzeviriano, caja baja─, que es girada una sola vez por una encantadora azafata que más pareciera una enfermera de la Armada. Si tu nombre no comienza por la letra que salga y, simultáneamente, no dejaste los estudios de Filosofía y Letras en tercero de carrera, te introducen en una cápsula de criogenización y te archivan en un gran almacén subterráneo. Sólo te dejan participar una vez. Durante estos días de ausencia me han ocurrido muchas cosas que ya iré contando.


The Goldfinch Carel Fabritivs (1654, año de su muerte)

Ernst Haeckel

Ernst Heinrich Philipp August Haeckel
(* 16. Februar 1834 in Potsdam; † 9. August 1919 in Jena)
war ein deutscher Zoologe und Philosoph.

Portraits

Lithographies

Kunstformen der Natur


El órgano fantasma

«Cuenta Montaigne que cuenta el piadoso Santiago de la Vorágine que en un pueblo de Alsacia vivía un hombre que tenía adherido a su cuerpo el cuerpo más pequeño de otro hombre, una especie de bebé descabezado que se clavaba a su huésped más grande a partir del cuello. Un médico peregrino se ofreció a extirpar la anomalía con ayuda de un cirujano local. Una vez concluida la operación, el paciente se mostró muy agradecido y contento. El médico peregrino no le cobró un céntimo y a cambio sólo le pidió que le dejara llevarse el cuerpecillo extirpado y convenientemente disecado para exhibirlo por doquier como prueba de su talento. Semanas después, el paciente empezó a dar señales de una terrible melancolía: decía seguir sintiendo la presencia de aquel cuerpecillo, como si aún lo llevara adherido a sus carnes y declaraba que su ausencia le hería el espíritu mucho más que otrora su presencia el cuerpo. Según algunos comentaristas, el hombre acabó vagando por la tierra como un alma en pena. Otros autores afirman que el paciente sencillamente murió de tristeza dos meses después de la cirugía. Respecto a la suerte del médico el veredicto de todos es unánime: pagó su vanidad con la muerte a manos de unos salteadores de caminos». Monstruos y fenómenos extraordinarios de la Edad Media, Patricio Ferrufino S.J.
Citado por Santiago Cárdenas