Por amor al comercio




El dolor de cabeza que me protege cada noche,
que me nubla la vista y me quita las ganas de beber,
de beber fantasías y recuerdos excitantes,
y nada más excitante que trabajar en tus caricias.

Por amor al comercio
voy a cruzar ese puente,
por amor al comercio
voy a cuidar ese dolor.

De palabras, tabaco, teléfono y alcohol,
alcohol que me han prohibido mil veces en un mes,
un mes en el que te has olvidado de que existo
y más que existir lo que hago es campar por ahí.

Por amor al comercio
voy a cruzar ese puente,
por amor al comercio
voy a cuidar ese dolor.

La determinación de un pepino


Le pregunté al pepino de mar la diferencia entre determinado e indeterminado y me contestó:
-Eso vas y se lo preguntas al pepino de nevera que yo ando muy ocupado secándome con esta suave y esponjosa toalla negra.
Busqué en la nevera y, entre cientos, tal vez miles, de kilos de pimientos verdes –su dueño no hacía otra cosa que venga a de comprar y a de comprar pimientos verdes-, por fin vislumbré un pepino de nevera en una esquinita del cajón.
-Dime la diferencia que hay entre determinado e indeterminado, pepino de nevera –le espeté.
Y él me contó que el mundo estaba lleno de cosas determinadas e indeterminadas. Que determinadas había visto: la esfera enorme de montréal, seis mazorcas de maíz colgadas de un balcón en una masía, la cuerda de un péndulo de foucault, un matasuegras, la loba antonietta y el mago houdini, un corte femenino de mangas, tarzán hecho un cristo, la muerte de jim henson, una prostituta mexicana y otra de louisiana, una lengua enrollada de mariposa y otra lengua bífida de serpiente, ranas pequeñas dentro de la boca de una rana grande, pirulís en berlín, las tetas de àngels barceló, un muslo de silvana mangano, el dedo amenazador de johnny deep, un señor con bañera y delantal, la gallina cebra, la gallina sepia y el robot-pato cagón, el booba, el kiki y las kiiiiiii, una camiseta negra, tres granos del culomundi –tomó aire-.Y, por supuesto, los éxitos mundiales de Rick Astley.
Tras una pausa, volví a preguntar:
-¿Y qué cosas son las indeterminadas, pepino de nevera?
-Las fábricas de galletas. Las fábricas de galletas –insistió-. Se repiten cual ajo al que no se le ha desgajado el nervio.
Y el pepino de nevera, algo mustio y cansado, se retiró a su rincón del cajón de la nevera.

Qué guapo que soy, qué tipo que tengo, qué bueno que estoy

«Para un buen equilibrio emocional uno debe tener una estimación propia un grado por encima de la real, y ello vendrá dado necesariamente de forma inconsciente porque de no ser así estaríamos cayendo en brazos de la soberbia y de la vanidad. Por contra, una aceptable armonía profesional requiere una valoración del propio trabajo un grado por debajo de la real, y en este caso sí es imprescindible hacer completo uso de los sentidos y de las facultades para crear en uno mismo -artificialmente, que eso a quién le importa- el instinto de superación». [Cartas a Michael Scofield, Anatoly Rasskazov].

El monaguillo sacrificado



«Niño monaguillo de la Seo de Zaragoza, fue crucificado por los judíos en odio de la fe, para sacarle la sangre y sorberla en el rito nefando de su Pascua». [Misal - Propio de España 31 de Agosto].



 
 
En la Iglesia de San Nicolás de Bari, en el barrio de Santa Cruz (antigua judería) de Sevilla, se encuentra un altar con la imagen de un monaguillo crucificado. Se trata de Santo Domingo de Val (1243-1250). Es posible que, como han demostrado algunos estudiosos, el monaguillo jamás existiese, pero eso es lo de menos, la imagen, más fea por cierto que el culo de un mandril sarnoso, allí está.

Ian & The Zodiacs Live At The Starclub Hamburg







Elefantico rosa bailón tomado sin permiso de uso de El Pombo.

Parlophone V





Qué cosa más grande acabo de encontrar. Lástima que Helter se ha ido de vacaciones, que si no hasta la sacaba a bailar. Me puede:



Library



Sucursales de la primera biblioteca pública americana (The Brumback Library; Van Wert County, Ohio) a principios del siglo XX. El edificio de la biblioteca central fue construido con fondos legados a los residentes del condado de Van Wert por John Sanford Brumback, un ex residente de allí, con la condición de que el condado proporcionara los libros y el mantenimiento. La foto del señor calvo con bigote y manos entrelazadas bajo el vientre tras el mostrador con pecera llena de cosas para vender, el anuncio de colgate, el cuadro de los pajaros, las cajas de puros, los treinta botes de fármacos que se ven detrás del dependiente, la moldura de la estantería, arriba a la derecha, bajo cajas de la empresa farmacéutica S.S.S. Atlanta, las persianillas... me gustan a rabiar, como a pepino de mar secarse por primera vez en su vida con toalla de sábana negra, blanda y suave.
















Parlophone (Especial Infantil de Semana Santa)





Your place or mine?

 

Prostitute, New Orleans, Louisiana, 1912

«La vallisneria es una hierba bastante insignificante que no tiene nada de la gracia extraña del nenúfar o de ciertas cabelleras submarinas. Pero se diría que la naturaleza se ha complacido en poner en ella una hermosa idea. Toda la existencia de la pequeña planta transcurre en el fondo del agua, en una especie de semisueño, hasta la hora nupcial en que aspira a una vida nueva. Entonces la flor hembra desarrolla lentamente la larga espiral de su pedúnculo, sube, emerge, domina y se abre en la superficie del estanque. De un tronco vecino, las flores masculinas que la vislumbran a través del agua iluminada por el sol se elevan a su vez, llenas de esperanza, hacia la que se balancea, las espera y las llama en un mundo mágico. Pero a medio camino se sienten bruscamente retenidas: su tallo, manantial de vida, es demasiado corto; no alcanzarán jamás la mansión de luz, la única en que puede realizarse la unión de los estambres y del pistilo. ¿Hay en la naturaleza una inadvertencia o prueba más cruel? ¡Imaginaos el drama de ese deseo, lo inaccesible que se toca, la fatalidad transparente, lo imposible sin obstáculo visible!». La inteligencia de las flores, Maurice Maeterlinck (Bélgica, 1862-1949).

De férulas y otros artilugios dentales



Entre las múltiples incertidumbres que acongojan al americano medio está la de plantearse insistentemente si George Washington usó una dentadura postiza de madera. De que usaba dentadura postiza no hay el menor atisbo de duda, miren si no su cara en el billete de un dólar. La sufre. La sufre en silencio. Y además dicen que apestaba (la dentadura). No era de madera, no; a lo largo de su vida utilizó varias que le fabricó su dentista John Greenwood empleando marfil de dientes de hipopótamo, morsa y elefante. Un siglo antes le habría bastado con acudir al mercado de segunda mano que se montaba tras cada gran batalla. Pero a mí, la duda que me hace estremecer viendo esta fotografía realizada entre 1910 y 1915 (George Grantham Bain Collection, Library of Congress. Format: Glass negatives) es si se trata verdaderamente de la dentadura postiza de George Washington o de la dentadura real arrancada a su caballo.

Por un meme más digno

 

Parlophone IV



El pensamiento del asistente Nikolaus von Miclucho-Maclay




«En esta fotografía pueden verme, apoyado en el bastón de mi cazamariposas, junto a Ernst Haeckel, en la famosa foto que nos hicimos en Lanzarote en 1866, en aquella expedición a las Islas Canarias de la que el farsante de Haeckel sacaría su libro De Tenerife al Sinaí. Si bien pudiera parecer que estoy poniendo cara de hacerme el interesante para salir resultón en la foto, en realidad mi pensamiento se centraba en aquel instante en cuestionarme qué me había podido llevar hasta allí con alguien capaz de manipular sus propios dibujos para justificar sus teorías. Es verdad que Haeckel había realizado grandes aportaciones al estudio de los invertebrados, como las medusas, los radiolarios, los sifonóforos y las esponjas calcáreas, entre otros, y que fue también el primero en distinguir entre seres unicelulares y pluricelulares y entre protozoos y metazoos e, incluso, anticipó que los factores hereditarios estaban en el núcleo de la célula. Pero yo no hacía mas que preguntarme si aquel maestro de la persuasión visual no convirtió en algo peligroso la fusión entre arte y ciencia, especulación e investigación, para apuntalar las pruebas de sus enunciados teóricos. Persuasión, ésa es la palabra que mejor define a este embaucador capaz de haberme convencido de que la evidencia de la evolución humana se podía encontrar en las Indias Orientales Holandesas, describiéndome esa teoría con gran detalle en la cual reconoce que los simios y humanos tienen un origen común: Lemuria, un continente que según dicen todos se había hundido en el Océano Índico en épocas remotas».

Ernest Heinrich Philipp August Haeckel (Potsdam, 1834 - Jena, 8 de agosto de 1919) fue un biólogo y filósofo alemán que popularizó el trabajo de Charles Darwin en Alemania, creando nuevos términos como phylum y ecología . Estudió medicina en las universidades de Berlín, Wurzburgo y Viena, tras lo cual se incorporó, en calidad de asistente de zoología, a la Universidad de Jena, de la que sería catedrático (1865-1909). Ferviente darwinista, en Morfología general de los organismos (1866) presentó sus ideas evolucionistas, pero la comunidad científica apenas prestó atención a su obra.


Como era habitual entre los naturalistas del siglo XIX, Ernst Haeckel fue un gran dibujante. En el transcurso de su carrera, produjo en torno a mil grabados en base a sus bocetos y acuarelas. Muchos de los mejores fueron incluidos en la obra Kunstformen der Natur, trasladados desde los dibujos a la imprenta por el litograbador Adolf Giltsch. Las litografías son auténticas obras de arte, dibujos que a cualquiera le recuerdan los cromos sobre naturaleza de los álbumes que nos impactaron de pequeños.

Según algunos estudiosos de su obra, Haeckel propugnaba también que las razas «primitivas» estaban en su infancia y precisaban la supervisión y protección de sociedades más maduras, de lo que extrapoló una nueva filosofía, que denominó monismo. De esta forma, sus obras habrían servido de referente y justificación científica para el racismo, nacionalismo y socialdarwinismo y estarían en la base de las teorías racistas del nazismo.

Radiolarios
Ernst Haeckel
Kunstformen der Natur (1904)





Nazar Boncuk

 



El origen del ojo azul turco (Nazar Boncuk) para contrarrestar el «mal de ojo» se debe a la invasión sufrida por Turquía de los pueblos del norte. Los nórdicos tenían los ojos azules y en Anatolia pensaron que eran los culpables de muchas de sus enfermedades y penalidades. «¿Cómo lo solventamos?», se preguntaron los anatolianos, «pues creando ojos azules nosotros mismos en los hornos, empleando para ello el cobalto, el ópalo o el zinc y una buena carga de leña de pino», se contestaron poniéndose al tiempo manos a la obra. [Fuente:  Servicio de Oftalmología del Hospital de Navarra. Arch Soc Esp Oftalmol v.82 n.11 Madrid nov. 2007].

En la foto, adorno con árbol del Nazar Boncuk en la fachada
de una casa particular de Estambul el día que recibieron la visita de Paul Newman.


Los caballos de Elberfeld



«Presta mucha atención, Mohamed –le dijo con voz grave el instructor Karl Krall mirándolo fijamente-; cuando estemos ante ellos te pondré la raíz cuadrada o cúbica de un número y tú me darás la respuesta pateando con tu derecha las unidades y con tu izquierda las decenas. ¿Has comprendido?». Mohamed asintió e inmediatamente pensó: «no veas tú el ridículo tan espantoso que vamos a hacer como le dé por poner un número que no sea cuadrado o cubo perfecto, a ver cómo le marco yo a Karl los decimales».

En 1912, el instructor Karl Krall, de Munich, enseñó a contar, a deletrear y a realizar otras muchas rarezas a un grupo de caballos. De entre todos los caballos destacó especialmente uno: Mohamed, que resultó ser mucho más inteligente que el resto.



Frente al cerezo

 


Anatoly Rasskazov - Photography
dedicated to Nianankoro (
1908)




Anatoly Rasskazov - Variation of the photography
dedicated to Nianankoro (2008)



Parlophone III



Mokèlé-mbèmbé


En la puerta de Ishtar en Babilonia, parte de ella hoy restaurada en el Museo de Pérgamo de Berlín, se encuentra lo que puede ser la representación más antigua del Mokèlé-mbèmbé. La puerta está decorada con tres tipos de animales: uros, leones (ambos animales reales, conocidos por los babilonios) y sirrush, unos cuadrúpedos escamosos de cuello largo, cabeza de serpiente con un cuerno y una melena corta, lengua bífida, patas delanteras de león y traseras de águila. Se sabe que los babilonios estuvieron en África Central, o tuvieron contacto indirecto con ella: existe un bajorrelieve babilonio que representa a unos pigmeos con un okapi (no confundir con un tapir, por favor).

1900: Sir Clement Hill fuma su pipa en la proa del vapor que le lleva de Kimusu (Kenia) a Entebbe (Uganda) cuando observa que un indígena cae al agua. Tras ayudarle a subir se da cuenta de que su rostro refleja un pánico extremo que en principio achaca a que probablemente no sepa nadar. De vuelta a Inglaterra contaría a sus familiares y conocidos: «Fui testigo de cómo un extraño animal surgió de las aguas e intentó apoderarse de un indígena, sólo pude apreciar alejándose su cabeza redondeada y oscura, lo suficiente para descartar que se tratase de un cocodrilo; los ribereños del lago Victoria hablan de un extraño animal, el “Lukwata” o “Amaliv”, según los nativos de una tribu de Uganda, los carivondos, este animal combate a menudo con los cocodrilos, y en el transcurso de la pelea suele perder alguna parte de su anatomía, que después es buscada afanosamente por los indígenas por considerar que es un eficaz amuleto, a pesar de no haber podido conseguir jamás ninguno».

Entre 1900 y 1913: Edwina recibe un beso en la frente de su esposo Alfred Aloysius Horn, traficante y cazador, y observa sorprendida cómo se aleja del campamento y se adentra en la selva con dos sartenes colgando de su mochila. En sus memorias, Horn escribiría años después: «Pude ver personalmente las pisadas de un desconocido animal que los indígenas del Camerún llamaban Jagonini, que quiere decir “el buceador gigante”; las huellas de la bestia eran circulares, del tamaño de unas grandes sartenes, mayores que las de un hipopótamo, palmeadas y con tres enormes garras».

1913: El capitán de las fuerzas coloniales alemanas en Camerún, el barón von Stein zu Lausnitz, recibe la orden de alejar a exploradores y buscadores de minerales preciosos del territorio administrado y explotado por el Imperio Alemán. El militar, muy meticuloso en su trabajo, (y gran aficionado al estudio de las costumbres de los indígenas, así como a la flora y fauna de su entorno), desobedece la orden recibida, dedicando su tiempo a una investigación zoológica que culmina: «En una ocasión tuve oportunidad de seguir el rastro de un extraño animal, una criatura que causa el terror entre los negros de determinadas zonas del Congo, del bajo Ubangui, del Sanga y del lkelemba, al que se le da el nombre genérico de Mokèlé-mbèmbé; según guías experimentados, el animal es de color oscuro, piel lisa y tamaño cercano al de un elefante, su cuello es largo y flexible y cuenta con una cola de gran poder que emplea para hacer zozobrar las canoas que caen bajo su radio de acción, para a continuación matar con saña a sus ocupantes, pero sin llegar a devorarlos porque se alimenta del fruto de la landolphia».

1960: En las cercanías del Lago Télé, el Pastor Thomas relata un suceso extraordinario: «Un grupo de pigmeos de la zona pantanosa del Likouala construyó una pared para mantener a raya a las criaturas que ellos llaman Mokèlé-mbèmbé (“El que detiene los ríos”). Una de ellas pudo atravesar la barrera, lo que originó la feroz respuesta de los nativos. Dos pigmeos imitaron los gritos del animal mientras era atacado y lanceado... más tarde se celebró un festín por la victoria, durante el cual partes del animal fueron cocinadas y consumidas. Sin embargo, aquéllos que participaron de la fiesta eventualmente murieron ya fuera por envenenamiento alimenticio o por causas naturales. En todo caso, debe subrayarse que los pigmeos rara vez viven más de 35 años, y que las mujeres de la etnia dan a luz desde los doce años».

Nota del Autor: Todo lo que se cuenta aquí es falso; salvo, por supuesto, la existencia del Mokèlé-mbèmbé.

Ruinas de la Puerta de Ishtar (1932)

Verde malaquita



En las faldas de las montañas de Raikjem, en Afganistán, las mujeres de los poblados conservaban la habilidad ancestral de siglos para convertir en polvo la piedra del verde de malaquita, golpeando con suavidad para que las partículas más pequeñas no se alojasen en sus ojos y quedasen ciegas. Después limpiaban sus dedos con unas semillas de un árbol milenario para evitar que al contacto con los labios les hiciese tener alucinaciones. Desde allí, el polvo del verde de malaquita viajaría hasta las orillas del Nilo quedando impregnado en collares de escarabajos y pendientes o a Persépolis para dar color a los toros alados de sus palacios. Más tarde, maestros italianos empezaron a reconocer el verde de malaquita como materia sublime por permanecer inalterable a muchos grados de temperatura. Mucho más al norte, los monjes comenzarían a utilizarlo para conseguir derivados de la plata y el oro.

En 1518 el azulejero italiano Francisco Niculoso Pisano recibió el encargo de Joan Riero, Gran Maestre de la Orden de Santiago, para recordar la memoria del Cid de Extremadura, capitán guerrero que empujó a los moros de estas tierras y facilitó la entrada de Fernando III en el Alcázar de Sevilla. El Gran Maestre Pelay y el Almirante Bonifaz subieron por el Guadalquivir triunfantes hasta la capital del reino taifa de Sevilla. La victoria en los campos de la Sierra de Aguafría sobre los ejércitos sarracenos se adjudica a la mediación de la Virgen que permitió la prolongación del día para que los ejércitos cristianos pudieran continuar luchando («Sancta María detén tu día»). Los astrónomos árabes, sólo por llevar la contraria, habían predicho una importante tormenta eléctrica en la zona y sabían que la duración de la batalla por encima de las horas de sol era la derrota segura. Pelay Peres Correa dijo que no, que eso de la tormenta no podía ser, atribuyó el milagro a la Virgen y propuso la construcción de una residencia para los vencedores que estuviera bajo la advocación de la Virgen de Tentudía. El lugar no fue elegido al azar. Ya había sido ermita visigoda y era junto a Ponferrada, Murcia y Leyre, uno de los vértices de la cruz de los templarios.

En la foto, detalle de un mosaico de azulejos donde se puede observar el empleo del verde de malaquita por Niculoso Pisano, se trata de la imagen de Pelay Peres Correa y se ubica en el Retablo del Altar Mayor del presbiterio del Monasterio de Tentudía, obra del tan denostado hoy día, por algunos, estilo mudéjar.

Biquizionario



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Parlophone II



Continencia periódica



«
GRAVE CASO DE CONCIENCIA EN EL MATRIMONIO. Su solución por la continencia periódica conforme al método de Ogino».
MAÑA ALCOVERRO, Joaquín y TERRADES TINTORÉ, Eduardo

Librería: Ex Libris Librería Virtual
Precio: 6 euros
Envío para España: 3,75 euros

Descripción: Eugenio Subirana Editorial Pontificia, Barcelona, 1951. 8º mayor. Col. Amor, Matrimonio, Familia nº V. Imprenta Subirana. Barcelona. 226 pp. Rústica. Manchas óxido, ligeramente fatigado. 9ª edición. Sello anterior propietario. Nº de ref. de la librería 536790


The Goldfinch Carel Fabritivs (1654, año de su muerte)

Ernst Haeckel

Ernst Heinrich Philipp August Haeckel
(* 16. Februar 1834 in Potsdam; † 9. August 1919 in Jena)
war ein deutscher Zoologe und Philosoph.

Portraits

Lithographies

Kunstformen der Natur


El órgano fantasma

«Cuenta Montaigne que cuenta el piadoso Santiago de la Vorágine que en un pueblo de Alsacia vivía un hombre que tenía adherido a su cuerpo el cuerpo más pequeño de otro hombre, una especie de bebé descabezado que se clavaba a su huésped más grande a partir del cuello. Un médico peregrino se ofreció a extirpar la anomalía con ayuda de un cirujano local. Una vez concluida la operación, el paciente se mostró muy agradecido y contento. El médico peregrino no le cobró un céntimo y a cambio sólo le pidió que le dejara llevarse el cuerpecillo extirpado y convenientemente disecado para exhibirlo por doquier como prueba de su talento. Semanas después, el paciente empezó a dar señales de una terrible melancolía: decía seguir sintiendo la presencia de aquel cuerpecillo, como si aún lo llevara adherido a sus carnes y declaraba que su ausencia le hería el espíritu mucho más que otrora su presencia el cuerpo. Según algunos comentaristas, el hombre acabó vagando por la tierra como un alma en pena. Otros autores afirman que el paciente sencillamente murió de tristeza dos meses después de la cirugía. Respecto a la suerte del médico el veredicto de todos es unánime: pagó su vanidad con la muerte a manos de unos salteadores de caminos». Monstruos y fenómenos extraordinarios de la Edad Media, Patricio Ferrufino S.J.
Citado por Santiago Cárdenas