Serendipity cervecera



«Los vasos perfectamente alineados en la mesa contienen cerveza para los pobres hospicianitos sin sonrisa, de exacta indumentaria y pelo tan rapado, en evitación de piojos y tiña, que todos parecen rubios. No aparentan tener más de seis o siete años, pero seguramente eran algo más mayores, porque no habría presupuesto para que tomaran Calcio 20, Ceregumil —invento, por cierto, de un boticario granadino en la primera década del siglo XX—y menos aún yogures o leches recalafateadas con vitaminas, minerales y pócimas de nueva factura con avales químicos para fortalecer cerebros y huesos. Repetimos, es cerveza lo que van a degustar los niños en el Hospicio Provincial de Sevilla en el caluroso, y de republicano corte burgués, agosto de 1933. Un establecimiento saturado, cuyo cupo había aumentado el gobierno y que en esas fecha acogía a 1.066 personas, incluidos ancianos y algunos sordomudos y ciegos. Paradójicamente, sólo cinco meses antes, y después de trece años, empezaba a sucumbir la famosa Ley Seca en Estados Unidos y se permitía la cerveza al 3,2 por 100 de alcohol. La curiosidad nos lleva a pensar en cómo asimilarían aquellos hospicianos menores el pedazo corto de cerveza que se llevaron al coleto».

Este texto extraído del famoso libro de H. O'Pettas (Circa, 1881-?) «Tribute to my lighthouse, my guide and my pastor» ha sido recuperado por Aurora Flórez ─probablemente una tarde de verano a cuarenta y cuatro grados o'clock─ y publicado el pasado día 29 de julio en el ABC de Sevilla. La coletilla que le pone Aurorita («El marco de la actualidad nos hace preguntarnos por la reacción del Gobierno y su intervencionismo en la salud ajena en silogismos al gusto y al interés de quienes manejan al cansado y adormilado votante. Los tiempos cambian, van y vienen, acabarán otra vez, extravagantemente, retorcidos sobre sí mismos») apesta a tufillo pepero, lo sé. Y la foto se ve muy nítida, vale, que para eso tienen en el ABC de Sevilla acceso al archivo de Sánchez del Pando, al parecer. Pero no es más grande, ni más primorosa, que ese Avedón creado por mi Harry el pasado 24 de julio.

Que no, Aurora, que no; que lo que hace mi Harry, no lo mejora ni Sánchez del Pando en vida. Que no, que te lo digo yo. Que no.



Niños del Hospicio Provincial de Sevilla degustando las propiedades de la cerveza, Agosto de 1933.




Así tituló esta foto Sánchez del Pando, recordarán que ya les hablé de ella. Bien, aquí la tienen. He tenido que hacerla con el móvil en la Cervecería Triana de Sevilla, una de mis favoritas como saben ─al igual que con el resto de cervecerías del mundo donde sirvan buena cerveza, tengo cierta atracción magnética hacia ellas, es algo que Dios Nuestro Señor, en su omnisciente inteligencia diseñadora, creó en mi ser─, y ello es debido a que no hay huevos de encontrarla como yo querría por esos mundos de internet. No pasa nada. Mi querido Harry Sonfór seguro que toma la foto y le hace tres arreglos que levantarían al mismísimo Sánchez del Pando de su tumba para darle las gracias, con el permiso de sus herederos, claro. Pero yo no doy para más. ¿Qué reciben ustedes a cambio? Bueno, si hacen click sobre la foto podrán ver a ese niño del primer plano, de apenas cinco años, y ya con barriguita cervera, con esa pose como diciendo con acento alemán »Trae pacá, carajaula, que es lo más fresquito que voy a tomar en los próximos tres años«. También pueden ver que en la pared de atrás hay azulejos de Mensaque, algo muy típico de los locales sevillanos que, como todo el mundo sabe, fueron ideados para que yo me esté cagando en los muertos del que inventó los azulejos de Mensaque todos y cada uno de los días de mi vida y, especialmente, cada vez que los veo; hay también unas luces fluorescentes arriba, no son de la foto, no estaban en la foto de Sánchez del Pando; podríamos pensar que son los fluorescentes de la Cervecería Triana, podría ser; y el señor que se refleja bajo el brazo del hombre que da la cerveza al niño, hasta podría ser yo, pero no, no liemos más el trasunto fotográfico, que ya tenemos bastante con esas hadas del bosque que parecen revolotear sobre el fluorescente, con los 328 gnomos escondidos en el barreño del señor de la derecha y con los ángeles del Señor que, como todos bien sabemos, ocultos en alguna parte, cuidaban de cada una de las criaturas que en fila degustaban cerveza en el Hospicio Provincial de Sevilla en agosto de 1933.

Sobre The Stranglers, Paquirrín y JM-



Manda huevos que acabo de ver a Paquirrín en la tele y en un momento que le han puesto de fondo musical en el reportaje el «Golden Brown» de los Stranglers para animarlo a sabe Dios qué cosas que seguramente no le permiten su religión, ni su madre, ni su padre, que en paz descanse, si le dejan, me he acordado de otra persona que se llama JM-, bueno se llama más cosas, pero yo sólo lo conozco por JM-, y porque hace unas fotos cojonudas y porque escribía los mejores textos extraños que uno se podía encontrar a altas horas de la noche por esos foros del Señor. Buena gente, el JM- éste, con el que coincido en el gusto por los Stranglers. Hay otro vídeo del tema en el que salen incluso camellos corriendo por el desierto que vendrían mejor a este blog de la franquicia sepia, pero ése lo buscan ustedes o le dicen a sus cónyuges que se lo busquen y se lo pongan, que ya se va mereciendo usted un ordeno y mando: «Oye, que me busques y me pongas el Golden Brown de los Stranglers que salen los camellos corriendo por el desierto y de paso una caipirinha bien hecha, ojo, bien hecha, joer». Pero esto se lo dicen si ya llevan todo el día viendo al cónyuge o la cónyuja que no se cosca en el sofá mientras usted está en un ir y venir todo el día de hacer de las camas, de prepararle a los niños los bocatas para la piscina, de hacer un pedazo de kirch que no se la jama un galgo y de estar en un «ay que Alonso no va a pasar de séptimo el pobrecico mío y al Verdasco ése le hacía yo un hijo ahora mismo con toda la nariz fea que tiene el angelico». Hay que ver el partido que se le puede sacar a Paquirrín, que selosjuro que le han puesto el «Golden Brown» de fondo musical. Que sí, que lo he visto yo.


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The Goldfinch Carel Fabritivs (1654, año de su muerte)

Ernst Haeckel

Ernst Heinrich Philipp August Haeckel
(* 16. Februar 1834 in Potsdam; † 9. August 1919 in Jena)
war ein deutscher Zoologe und Philosoph.

Portraits

Lithographies

Kunstformen der Natur


El órgano fantasma

«Cuenta Montaigne que cuenta el piadoso Santiago de la Vorágine que en un pueblo de Alsacia vivía un hombre que tenía adherido a su cuerpo el cuerpo más pequeño de otro hombre, una especie de bebé descabezado que se clavaba a su huésped más grande a partir del cuello. Un médico peregrino se ofreció a extirpar la anomalía con ayuda de un cirujano local. Una vez concluida la operación, el paciente se mostró muy agradecido y contento. El médico peregrino no le cobró un céntimo y a cambio sólo le pidió que le dejara llevarse el cuerpecillo extirpado y convenientemente disecado para exhibirlo por doquier como prueba de su talento. Semanas después, el paciente empezó a dar señales de una terrible melancolía: decía seguir sintiendo la presencia de aquel cuerpecillo, como si aún lo llevara adherido a sus carnes y declaraba que su ausencia le hería el espíritu mucho más que otrora su presencia el cuerpo. Según algunos comentaristas, el hombre acabó vagando por la tierra como un alma en pena. Otros autores afirman que el paciente sencillamente murió de tristeza dos meses después de la cirugía. Respecto a la suerte del médico el veredicto de todos es unánime: pagó su vanidad con la muerte a manos de unos salteadores de caminos». Monstruos y fenómenos extraordinarios de la Edad Media, Patricio Ferrufino S.J.
Citado por Santiago Cárdenas