Textículos alterados



Esto es sólo para decir

que me comí
las ciruelas
que estaban 
en la nevera

y que
probablemente 
guardabas
para el desayuno.

Perdóname,
estaban deliciosas
tan dulces
tan frescas.

William Carlos Williams

        ____oo____


Esto es sólo para decir

que me llevé
el cadáver
que estaba
en el maletero

y que 
probablemente
escondías
de la policía.

Perdóname,
estaba apestando
tan desfigurado
tan descompuesto.


17 Revelaciones:

Helter dijo...

Vale, te perdono. Pero que no se repita.

Arkab dijo...

Oiga, Helter, ¿se ha dado cuenta que la gente entra en mi blosj y sale sin escribir nada? Es un no parar de subir las visitas desde que me dedico a la meteorología. Oj. Bueno, menos Harry, que él no entra por eso aunque no escriba nada. Que sí. Que yo lo sé, que tapa con la mano, huy, con la mano no, con una hoja de papel, el lado derecho de mi blosj.

Arkab dijo...

Oiga, Helter, otra cosa: ¿se ha dado usted cuenta de que antes he cometido queísmo cuando le preguntaba si «se había dado cuenta que la gente... etcétera»? Qué mal escribo, por Dios.

Harry Sonfór dijo...

No, no, ha dicho bien. Tapo con la mano pero con los dedicos así un poco abiertos y miro a través, que así me han dicho que es menos pecar. ¿Usted es hombre de pechos grandes, no? quiero decir que.. bueno, ya me entiende usted, que además ya se lo pregunté en otra ocasión.

Harry Sonfór dijo...

Oiga, que por cierto, que no se olvide de felicitar a Jo Raquel Tejada, que es su cumple hoy.
¡Felicidades, Jo Raquel Tejada!

Arkab dijo...

Lo cierto y verdad, querido Harry, es que he repasado los cumpleaños y semos pocos los personajes que merezcan la pena que han nacido el cinco de septiembre. Ya ve, usted tiene a Carolina de Mónaco y yo tengo a Jo Raquel Tejada. Usted, «la princesa»; y servidor, «el cuerpo». Por cierto, cumplo 27 pero no los aparento en absoluto. Es que me miro y me remiro al espejo y nada, oigan, que no los aparento.

Helter dijo...

Pero Arkab, es que para hacerse una idea de su propia imagen no basta con mirarse en el espejo. Además hay que encender la luz.

Harry Sonfór dijo...

Oiga, es verdad que no los aparenta. Jo Raquel sí que los aparenta pero los aparenta bien. Ya me gustaría estar como ella a su edad. Bueno, no lo sé, espere que lo piense...
Bueno sí, pero no sé si quiero que la transformación sea paulatina o de golpe. Espere que lo piense. No sé. no sé, debo pensarlo a ver. Y muchas felicidades, Arkab. Estoy con la duda que no sé si regalarle un amanecer, la sonrisa de un niño o un unicornio desos que corretean sobre arcosiris de los posters. Usted pida por esa boquita.

Arkab dijo...

Hombre, pues ya que se ofrece... no le rechazaría yo como regalo un Diamante Coloria (Erythrura coloria), que me tiene prendao desde que lo vi. Más difícil de conseguir que un Unicornio, eso sí. Pero de mi faro, mi guía y mi pastor, yo me lo espero todo.

Oiga, Harry, que le iba a preguntar yo (que ya no me acuerdo de lo que contó): ¿A usted le gustaban los mangos o no le gustaban los mangos a usted? Es que mi cuñao el otro día me regaló unos gordos, gordos, gordos -los llaman huevos de toro y son como de a kilo la pieza, no le digo más- que cultiva él en Granada y he estado en un tris de mandárselos. Si me dice que sí, como tengo que ir en octubre otra vez, le mando algo (si quedan).

Harry Sonfór dijo...

Oiga, pues Diamante Coloria no tengo, pero si quiere le engancho una lagartija de estas que tengo corretando todo el día por el jardín (que da gusto verlas), le pego unas plumacas de pollo teñidas de colores y tiene usted un Diamante Coloria precioso, que cantar no cantará, pero que seguro que corre que se las pela y que le queda muy vistoso. Y además así corroboramos el asunto ese que dice que los dinosaurios más que verdes alagartaos eran emplumados como gallinacas gordas e igual nos dan hasta un Novel (bueno, me lo dan a mí, que usted no fuma).
Y sí señor, me gustan los mangos (ojo, que no quiero risitas en la sala). Me gustan los mangos gordos (ojo que les veo). Hay una forma de comerlos, oiga, que es muy apañada (ojo, que les sigo viendo). Se la voy a contar: Coge usted el mango y le mete un corte siguiendo el huesaco, que es como el lomo del mango (si la ciencia no falla, le saldrán dos lomacos por mango). Lo toma en la palma de su mano, con la piel hacia abajo y con la punta del cuchillo practica unos cortes transversales en la carne así y así, chas, chas, chas, chas, como si fuera a jugar al tres en raya. Ahora presiona la piel hacia dentro, convirtiendo lo convexo en cóncavo y, placa, tiene ante usted unos cubos de mango preciosos de ver y listos para comer. Ese es mi consejo de hoy. Y ahora tendrá que decirme qué le gusta a usted de mi zona, que le mando lo que me diga.

Arkab dijo...

Excelente, Harry, esa es la manera en que se aprovecha mejor un mango, le veo muy puesto en el tema. Si alguien desea tener una plantita de mango, que deje secar el hueso unas semanas y después lo introduzca en una maceta. En muchas ocasiones brota, y es una plantita que queda bonita en el interior de la casa junto a la ventana (fuera se hiela en invierno).

Bien, ya no me quedan en casa, pero cuando vaya en octubre le traeré un surtido, incluyendo chirimoya para que le crezca el sentido gustativo de la cosa tropical.

Harry Sonfór dijo...

Oé oé oé oé. Muchas gracias, maestro.
¿Cómo le fue el cumpleaños? ¿le regalaron cosas que se puedan contar?

Trikki dijo...

Oiga Felicidades Arkab, ¿Seguro que cumple 27?. Mire que yo hasta hace dos días le echaba 26.

Helter dijo...

A mí no me interesan los regalos que se puedan contar, sino los otros. Va, sincérese, Arkab. ¿La Pk. es de las que se envuelven en celofán, o el que se envuelve en celofán es usted? Ojo, que si no se ponen de acuerdo y se envuelven los dos en celofán el encuentro resulta algo aburrido. No, a mí no me ha pasao, me lo contó una amiga.

Trikki dijo...

Pues mire que yo al Mangu lo veo más de flores, por otra parte Helter, me han dicho que envuelto en celofan no hacen falta medidas anticonceptivas.

Arkab dijo...

No, no, Trikki son 27 que lo sé porque me lo ha dicho Pk.: «sí, nene, sí; si yo cumplo 26 el 17 de diciembre, pues tú 27 el 5 de septiembre». Y ella es la que manda. Mi faro, mi guía y mi pastor es Harry, pero la que manda es Pk.

Bien, tengo que decir que yo hace muchísimo que no regalo nada a mi esposa. ¿Para qué si tiene todo mi cuerpo a su entera disposición todos los días, horas y minutos del año? ¿Que lo rechaza? Ah, ése no es mi poblema.

Harry Sonfór dijo...

Ojo, que todos los días caviar, todos los días caviar, también cansa. Piénselo. Sé que usted para su señora ya es regalo suficiente, más que regalo, es una Gracia de Dios, pero todos los días caviar, todos los días caviar, también cansa. Mire, el otro día se le cayó a mi señora un tubaco de hierro de un andamio en la cabeza y me dije: pues le voy a regalar un bolsico. Otra cosa no tendrá, pero bolsos, no sabe usted la cantidad de bolsos que tiene. Podría montar un tenderete de bolsos. Es lo que más le gusta, oiga, los bolsos. No cualquier bolso, que le gustan los de la marca tal y la marca cual, pero si quiero ponerla contenta, le regalo un bolso y en el rato que le lleva sacar las cosas que tenía en el bolso anterior y meterlas en el nuevo ya se le pasan los dolores y todo.


The Goldfinch Carel Fabritivs (1654, año de su muerte)

Ernst Haeckel

Ernst Heinrich Philipp August Haeckel
(* 16. Februar 1834 in Potsdam; † 9. August 1919 in Jena)
war ein deutscher Zoologe und Philosoph.

Portraits

Lithographies

Kunstformen der Natur


El órgano fantasma

«Cuenta Montaigne que cuenta el piadoso Santiago de la Vorágine que en un pueblo de Alsacia vivía un hombre que tenía adherido a su cuerpo el cuerpo más pequeño de otro hombre, una especie de bebé descabezado que se clavaba a su huésped más grande a partir del cuello. Un médico peregrino se ofreció a extirpar la anomalía con ayuda de un cirujano local. Una vez concluida la operación, el paciente se mostró muy agradecido y contento. El médico peregrino no le cobró un céntimo y a cambio sólo le pidió que le dejara llevarse el cuerpecillo extirpado y convenientemente disecado para exhibirlo por doquier como prueba de su talento. Semanas después, el paciente empezó a dar señales de una terrible melancolía: decía seguir sintiendo la presencia de aquel cuerpecillo, como si aún lo llevara adherido a sus carnes y declaraba que su ausencia le hería el espíritu mucho más que otrora su presencia el cuerpo. Según algunos comentaristas, el hombre acabó vagando por la tierra como un alma en pena. Otros autores afirman que el paciente sencillamente murió de tristeza dos meses después de la cirugía. Respecto a la suerte del médico el veredicto de todos es unánime: pagó su vanidad con la muerte a manos de unos salteadores de caminos». Monstruos y fenómenos extraordinarios de la Edad Media, Patricio Ferrufino S.J.
Citado por Santiago Cárdenas