ultraviolet Imaging Telescope)
a bordo del satélite SOHO
1999/06/06 © NASA y EIT
a bordo del satélite SOHO
1999/06/06 © NASA y EIT
Usted está en una comida con conocidos y sale de la cocina un plato enorme de sus croquetas favoritas de toda la vida, con la misma pinta de las que su madre de usted se las preparaba, o de pimientos del piquillo rellenos de bacalao con bechamel -aquí es opcional poner el plato-, ésos que nunca se comió con su madre porque le daban repelús, descubriendo algunos años después, en restaurantes de autor, porque pagaba su empresa, o su amante, con el desasosiego de, pongamos, Pessoa una tarde oscura de invierno lluvioso en los sótanos lúgubres de una taberna londinense del siglo diecinueve, que se había perdido un manjar de dioses; pero en cualquiera de los casos, con el interior más caliente que el de cien bombas de hidrógeno explosionadas a la vez. Tras abalanzarse el primero como un bribón hacia el plato para engullir la primera unidad, detecta la temperatura y que el cielo de la boca y la lengua se le están poniendo como culo de mandril.
¿A quién no se lo contaría de los presentes, así le estuviesen saliendo a usted lagrimones como las cataratas del Niágara y el Salto del Ángel juntos?
19 Revelaciones:
jajajajajajajajaajajjaajjjjaajaaj
Mi voto va a Por supuesto.
A ninguno de ellos, con el añadido de la frase: «venga, comed, que están templaditos, que estas cosas si se enfrían se echan a perder».
En normas de protocolo y si estamos en el primer plato, debería avisar al comensal que esté justo a mi izquierda.
No me hable de protocolos, Harry. Yo tengo en estos momentos, aquí al lado, a mi corrector de estilo personal (me ha hecho cambiar "avanzarse" por "abalanzarse") que me ha dicho tras leerlo "po a mí ma salío una vejiga". Y a mí, será japuta.
Una vez, en teniendo el paladar insensible cual leprosa palatina, me tragué sin masticar un peazo trozo de carne de chuletón inmenso.
Como no estaba ni removido bucalmente, se me quedó ahí incrustao.
Todo esto imaginándose que estaba en un cenorrio cuya cabecera de mesa era Martin Ferrand.
Cuando se me iban a salir los ojos opté por tirar la servilleta, el tenedor, las gafas y no tiré la botella porque no la pillé.
Y ahí debajo de la mesa, a cuatro patas cual chucho demente, conseguí por medio de un golpazo de diafragma lanzar el peazo trozo a los pies de una señora gorda que era la mujer de alguien.
Azul marino me volví a sentar y luego aún me pasaron más cosas, pero casi que ni me atrevo...
Que pus es todo esto del comercio.
Aprovecho para decir, por si Harry no recuerda, que la sopa se come de fueras a dentros.
Oseas, se mete la cuchara (poco) así como para ir a tirarle un sopazo al de enfrente, y a luego, sin apenas moverla en el aire, se acercan los labios, se posa la cuchara sobre el inferior, se inclina y se intenta beber sin que se te caiga todo en la pechuga.
No me digan que no hay que estar loco para hacer esos protocolos.
Menos mal que como gane Rajoy podremos sorber bien, echar migorras y luego inclinar el plato y beber el resto, que es la costumbre hispana como dios manda.
Usted perdone lo largo del mensa, acabo de acabar de limpiar y se me va la olla...
Ahhhhhh
Oiga, pues es verdad que abalanzarse queda mazo mejor.
Lo que cuentas, Miranda, de atragantarse con un pedazo de carne me recuerda siempre a Stephen King, miren qué cosas, que en la novela «Christine» la protagonista, una Plymouth de 58, hace pasar un mal rato a una muchacha que está dentro de ella comiendo una hamburguesa. La razón, los celos. Era una cocha celosa. Qué grande Stephen King, que igual hace 20 años que no le leo nada, pero cuánto le tengo que agradecer. Qué majo hombre, con esas gaficas.
Oiga, Arkab, que si se ha fijado que la doble banderita canadiense, la de Montreal y la Quebec, la ostenta toda la franquicia completa. Son gente fiel los canadienses. ¡Viva!
¡Qué cosa ésa con más susto, Miranda! Aquí lo llamamos "engolliparse", que es lo mismo, pero en raro. Sobre la cosa cucharil, si yo le contara lo que veo en mi mesa se ponía de los nervios, no como yo, que no me dio a mí la vara nada mi tía Victoria: tengo un hijo que hace lo que le da la gana porque dice que es zurdo y tengo otro que empuña, literalmente, la cuchara porque le da la gana. Ay, esa urbanidad.
Harry, lo de Quebec es raro, ¿quiénes son? Y el de la Bahía de Hudson no aparece. Voy a probar a poner gatos y, si son peludos, mejor. Por probar.
Pues mire que la canadiense ya le ha linkado, socio. Así que, si lo desea, puede hacer uso de la chapeta «Blog recomendado en Canadá» cuando desee. De aquí a que nos pongan como la franquicia-blog del mes en el País no queda ná.
Y no, del quebequés no sé nada, pero nos es fiel. Hay que hacer algo para que no se nos vaya.
Ay, ay, ay, que una socia me ha recomendado en Canadá. Voy a cuántas garrafas de aceite y gallinas me quedan, para mandarlas al Canadá.
¡Ole, ole y ole!
¿Dónde? ¿Dónde? ¿DONDE ESTÁN ESAS FOTOS?
No se preocupe, que le saldrìa muchismo caro, arkab.
Muy bueno el blog. A ver si hablo con el de la bahìa de Hudson y se lo recomiendo.
Oiga, faren. Que hoy tengo ya cuatro banderitas canadienses. Que digo que cuando saquen mi blog en la tele como el blog más visitado en Canadá, más incluso que el de Steven Pinker, que me llame, que me hará ilusión.
Este mensaje es un mensaje promocional de mi blog. Eso no significa que deban acudir a él deprisa corriendo, no, pueden leer este blog y luego el otro, y luego mañana entran a este blog y luego al otro.
Siempre puede venir a hacer la promoción usted mismo en persona, y luego le subtitulamos, que ya sabe decir carnardico y désolé.
Tengo una gallinica-cebra (poule-zèbre en canadiense) nueva que es una preciosidad.
¿Y es negra a rayas blancas, o blanca a rayas negras?
Jopetas, qué cabecera más bonita tiene usté. Esa cabecera va a ser el reclamo definitivo. Ahora sí, ahora tendrá que escribir algo, que el sol se le ha puesto hasta mustio.
Piense usted en todas esas personas que entran diariamente a su blog y ¿qué se encuentran? que no ha escrito nada. Y se quedan insatisfechos. ¿Usted cree que esas personas tan fieles merecen quedarse insatisfechos?
Helter: que luego le pregunto, pero para mí que es blanca con rayas negras. (Debería releer un artículo de Jay Gould para responderle con priopiedad).
¿Le gusta a usted, Harry? ¿Le gusta? ¿Le gusta? Mire que si le gusta a usted, a mí ya es que entonces me vuelve loco. Dígamelo sinceramente: ¿A USTED LE GUSTA?
A mí me gusta mazo, creo que va muy bien con su blog, que le da un aire como cosmopolita, viajero y pajarero a la vez. Yo no tengo nada de objetar. Ahora, ojo, si el sector canadiense dice que no le gusta, pues habrá que cambiarlo, y más ahora, que han puesto esa cabecera jacquesprévertiana.
Publicar un comentario