Parlophone I



9 Revelaciones:

Harry Sonfór dijo...

Oiga Arkab, que yo soy más de Costantinopla. Que acabo de ver su vídeo y me ha hecho pasar un rato malo, pero malo, pero malo bueno. Que uno no está acostumbrado a escuchar así de pronto esas risas de muertos. Como el rato malo me ha sabido a poco, luego he ido al youtube y aún he visto que hay más material. Oiga, así entre nosotros, me ha dado miedo. Y como no tenía muy claro si las risas venían del disco o de quién sabe dónde he estado un rato viendo el vídeo con los ojos chinorris, por si en cualquier momento me salía un fantasma de esos que gritan que te dan susto tonto. Esos vídeos que a Miranda y a mí no nos gustan ni pizca. Bueno, eso, pero como no ha sido así, le digo que me ha parecido un documento más que interesante y con un fondo triste, esos muertos ahí venga a reír y venga a reír cada vez que al dueño se le antoja poner la grabación. Así no se está uno muerto tranquilo,

Miranda dijo...

Eso.
Que da un miedo espantoso todo. ay!

Harry Sonfór dijo...

Miranda, que lo he vuelto a poner y, hale, otra vez el miedo. Aunque para miedo, poner hoy el vídeo y que hoy no se hubieran reído. Yo tengo un miedo de cuando era crío, de siempre, de cuando ponía películas con una pequeña máquina de super8 usando una pared como pantalla. Había unas pocas de cine mudo, del gordo y el flaco y cosas así, y me las sabía todas. Entonces me imaginaba que ponía una cinta de esas que me sabía y, plas, cambiaba el final. Qué miedo. Y es un miedo recurrente, que ya se ha convertido en gracieta, porque hoy viendo el final de Casablanca le decía a mi señora «¿y si ahora cambia el final y la chica le da un beso con lengua al del bigote?». Da miedo.

Helter dijo...

Eso me pasaba a mí con las repeticiones de los goles de mi equipo. Al ver la repetición de algún gol particularmente de carambola me preguntaba si a la tercera al balón no le daría la gana de entrar...

Helter dijo...
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Arkab dijo...

Pues yo no exagero si les digo que he escuchado el parlophone éste en cinco o seis ocasiones ya. Mirando fijo a la aguja e imaginando la situación en que fue grabado. Y sí, algo muy inquietante y fantasmagórico parece que hay.

Respecto a los finales cambiantes (y verificado el repentino resurgir del interés futbolero de una señora) yo creo que el inventor fue Ridley Scott, que ya debe de andar buscando el vigésimo quinto final para Blade Runner. (¿Puede ser que Kubrick también le diera a la cosa del final cambiante o es un recurdo erróneo?).

Si disponen de tiempo (tarda lo suyo en cargarse), por ahí circula un videoclip semoviente que toma imágenes de flickr según las palabras de la canción y después te las va poniendo. Cada reproducción es distinta siempre a la anterior. Se trata de http://www.avoision.com/experiments/astronaut/

Miranda dijo...

Yo me esperaba en un momento escuchar un par de disparos...y luego el de la trompeta tocando tan pancho.
Pero no...

Este, que ya he votado, que dónde hay que ir para recoger al Mario.

(tembién en votao en el BBVA y he propuesto una idea y todo, y me va a tocar otro ipodito sensi...biba!!)

Helter dijo...

Ya lo creo que ha votao. Como dos veces o más (que dirían los pirâos esos que cuenta Harry).

Arkab dijo...

Pues yo el otro día no sé cómo llegué a un blog de una Miranda que se llamaba Miranda. Incluso me quedé un ratico por si era la Serena Grandi, pero qué va. Lo mismo es ella la votadora.


The Goldfinch Carel Fabritivs (1654, año de su muerte)

Ernst Haeckel

Ernst Heinrich Philipp August Haeckel
(* 16. Februar 1834 in Potsdam; † 9. August 1919 in Jena)
war ein deutscher Zoologe und Philosoph.

Portraits

Lithographies

Kunstformen der Natur


El órgano fantasma

«Cuenta Montaigne que cuenta el piadoso Santiago de la Vorágine que en un pueblo de Alsacia vivía un hombre que tenía adherido a su cuerpo el cuerpo más pequeño de otro hombre, una especie de bebé descabezado que se clavaba a su huésped más grande a partir del cuello. Un médico peregrino se ofreció a extirpar la anomalía con ayuda de un cirujano local. Una vez concluida la operación, el paciente se mostró muy agradecido y contento. El médico peregrino no le cobró un céntimo y a cambio sólo le pidió que le dejara llevarse el cuerpecillo extirpado y convenientemente disecado para exhibirlo por doquier como prueba de su talento. Semanas después, el paciente empezó a dar señales de una terrible melancolía: decía seguir sintiendo la presencia de aquel cuerpecillo, como si aún lo llevara adherido a sus carnes y declaraba que su ausencia le hería el espíritu mucho más que otrora su presencia el cuerpo. Según algunos comentaristas, el hombre acabó vagando por la tierra como un alma en pena. Otros autores afirman que el paciente sencillamente murió de tristeza dos meses después de la cirugía. Respecto a la suerte del médico el veredicto de todos es unánime: pagó su vanidad con la muerte a manos de unos salteadores de caminos». Monstruos y fenómenos extraordinarios de la Edad Media, Patricio Ferrufino S.J.
Citado por Santiago Cárdenas