La empresa Afterlife Telegrams se dedica a entregar telegramas a personas fallecidas. Para ello emplean un curioso método: Un grupo de colaboradores, enfermos terminales, se aprenden de memoria el texto del telegrama en su lecho de muerte y, una vez muertos, claro, lo entregan en el más allá. El precio: 5 dólares por palabra, la mitad para Afterlife Telegrams y la otra mitad para la familia del muerto cartero. No garantizan que el mensaje sea finalmente entregado, pero sí que el mensajero es una persona enferma fisicamente, sin discapacidad mental, y que se aprenderá el mensaje de memoria y hará todo lo posible por entregarlo. Por supuesto, no aceptan envíos de menores de dieciocho años, o de enfermos mentales, o telegramas para ser enviados a alguien que haya fallecido hace menos de un mes (algunos expertos han demostrado que en un mes difícilmente se puede llegar al más allá).
Esta técnica del telegrama ya fue empleada en la década de los sesenta, época en la que, tras los descubrimientos de Friedrich Jürgenson, era complementada con la grabación posterior de psicofonías para recibir la respuesta. En la fotografía, Cynthia Piatigorsky escucha con atención la contestación, obtenida mediante psicofonía en el panteón familiar (en Danbury, Connecticut), de su marido, el ventrílocuo ruso Igor Piatigorsky. El telegrama decía, en inglés, «¿Te encuentras bien, cariño?»; la respuesta recibida fue, en ruso, «Estoy en la gloria, querida».
18 Revelaciones:
Otro caso muy comentado en su época fue el de F. J. Flanagan, que dirigió a su fallecida esposa el siguiente telegrama: "¿Cómo se pone en marcha la lavadora, querida?". La respuesta le fue entregada en mano en sobre cerrado, Flanagan la abrió, la leyó y acto seguido la rompió en mil pedazos. Al día siguiente pudo verse al Sr. Flanagan entrando en una lavandería.
La transcriptora de la respuesta murió sin revelar a nadie el contenido de la misma, a pesar de las suculentas ofertas económicas que recibió para hacerlo.
A mí me parece bien que no acepten envíos de enfermos mentales, que al fin y al cabo lo son seguramente en contra de su voluntad. En cuanto a los menores de dieciocho, me parece bien que los envien , que son muy pesaos y no consta que tengan voluntad alguna de ser otra cosa. ¿Cuál dice que es la dirección que tengo dos paquetes?. Bueno uno no es menor de dieciocho, pero no se nota
Oiga, pero si era ventrilocuo ¡¡podría estar vivo y no mover la boca¡¡, incluso haciendo la foto, no crea.
Helter, en la lavadora sobran la mitad de números, de ahí la dificultad.
Qué entrada más bonita, oiga.
Le vengo a contar un chiste que leí ayer en un libro que me trajo mi señora el otro día de Bilbao. Como la mujer sabe que llevo unos días pocho post-gripazo, me trajo un libro de filosofía explicada con chistes, o un libro de chistes filosóficos. Esta mujer me conoce bien, y sabe que cuando ya me he leído todo lo que hay en la casa y no tengo nada nuevo me voy apochando apochando y apochando hasta que cae libro nuevo. Bien, es «Platón y un ornitorrinco entran en un bar», es muy ameno y se lee en tres sentadas. Este chiste lo usan los autores para explicar la paradoja dicotómica del atleta de Zenón. Oiga, no me diga que no lo explica bien:
Vendedor: Señora, esta aspiradora le ahorrará la mitad del trabajo.
Señora: Pues póngame dos.
Ánimo, Harry. Éste que sigue explica por qué en las parejas siempre hay uno que no sabe poner en marcha la lavadora:
Platón y un ornitorrinco entran en un bar, piden una copa, y el filósofo mira fijo al ornitorrinco y le pregunta «¿Me amas sólo porque mi padre me dejo una fortuna?» y el mamífero ovíparo le contesta «No, querido. Yo te amaría sin importar quien te la dejo».
Oigan, no se me lo tomen a coña, pero esta semana en mipueblo había dos cursos para hombres fomentados (y pagados) por el ayuntamiento: Costura y plancha. Se lo juro que no es coña.
Si les digo la verdad, no me extraña que ellas se enfaden, sólo hay que leer estos días a destacados columnistas (destacados e imbéciles básicamente) de este Pais, escribir sobre Ministras.
A mí me cabrea mucho más la publicidad que todo lo que se pueda decir de las ministras. Toy harta de ver que solo las mujeres padecemos restreñimiento, almorranas, gases y pérdidas de orina. Aaaaro, los señoritos son demasiao finos para eso (vale, hay una excepción, el coronado, pero ese no cuenta que se lo pagan muy bien, por lo que cobra hasta diría que no se le levanta si se lo pidieran). Y los anuncios de detergente ya es que son pa enviar a la mente preclara que los parió de cabeza a guantánamo.
Bueno Helter, la publicidad es otra cosa, yo ultimamente es lo único que veo de la tele, hay quién hace zapping para no pillarla y yo voy en su busca. ´
El arte se puede mostrar también en treinta segundos, los amigos Argentinos (ejem) son especialistas en publi, pero con gusto eso sí, los anuncios de coca-cola que le parezcan más graciosos vienen de allí. Al final de su obra, usted deberá recordar la marca, sino no sirve el anuncio, ahora mismo estaba recordando uno de Aquarius con la canción de Raphael que era una delicia. Por cierto, ¿Sabía usted que el tipo ese de O.T. que parece un anormal es publicista?.Me refiero a Hristo. Pero, ¿Sabía usted que ese señor (que siempre busca lo comercial) es el creador de la frase "la vida es movil, movil es vodafone" y del anuncio de Bruce Lee para BMW?. (Si, el de el agua en un impresionante blanco y negro).
Fijesé donde ha terminado...o está empezando según se mire.
Pu pum.
Por cierto Arkab, que yo no es por presionar, pero ¿ande está el parrús prometido?
Está, está, Trikki. Mucho erotismo bibliotecario, pero no he tenido tiempo de preparar un mínimo texto de presentación decente (je). Lo dejamos para el lunes, que ya estamos en fin de semana y la gente descansa.
Por cierto, hablando de publicidad argentina, ¿han visto los de "por qué llama la llama"?
Oiga, sí, el de la llama que llama y los agujeros negros es bien bonito.
Oiga, Arkab, que ya me he leído el libro y le cuento otro chiste de Platón y el ornitorrico. Malo no es:
Entran Platón y un ornitorrico a un bar. El camarero le dirige una mirada interrogante al filósofo y Platón dice: «¿Qué quiere que le diga? en la caverna tenía mejor aspecto».
Muy bueno, Harry. Pues eso, que entran Platón y un ornitorrinco en un bar de Tarazona y piden una copa, se quedan mirando al personal y le da Platón en el codo al ornitorrinco y le espeta "¿Le decimos a todos éstos que somos de Bilbao?" y le responde el mamímero palmípedo "No, que se jodan".
Mire, otro que acabo de recordar: Entra Platón y un ornitorrinco a un bar de Cádiz y se piden dos finos. El palmípedo se lo toma de un trago y espeta: «joer, qué cuerpo me ha dejado», a lo que responde rápidamente el camarero: «¡oiga! que usted ya entró así!».
Venga va, que le juro que ya no le cuento más, pero mire qué chiste más fino:
Esto es un hombre que todos los días entra en el mismo bar y se pide un manzanilla y dos boquerones. El camarero se lo pone y el hombre se toma la manzanilla, coge un boquerón y se lo pone sobre una oreja, coge el otro boquerón y se lo pone en la otra oreja, paga y se va. Así todos los días. El camarero está harto de verle todos los días poniéndose los boquerones en las orejas y se dice «Hoy le voy a hacer la puñeta a éste». Así que entra al bar el hombre a su hora acostumbrada y dice: «Camarero, póngame un manzanilla y dos boquerones» y el camarero le responde «no hay boquerones hoy», y el hombre le dice «¿tiene anchoas en aceite?», «sí», le contesta, «pues póngame dos». El hombre se toma la manzanilla, coge una anchoa en aceite y se la pone sobre una oreja, coge la otra anchoa en aceite y se la pone en la otra oreja, paga y se dispone a irse. En eso que el camarero le grita «¡Eh, usted!», «¿Es a mí?», pregunta el hombre «oiga —le pregunta el camarero— ¿usted por qué se pone una anchoa en cada oreja?», «hombre, como no había boquerones...».
Estaban conversando alegremente Platón y un ornitorrinco en un bar de Calanda, cuanva éste último y le espeta al filósofo:
-Ayer me tomé una cena ovípara.
-Querrás decir opípara, mosntruo de las cavernas.
-No, no; es que me costó un huevo.
Ahora ya sí, el último:
Entra Platón en un bar de Zaragoza y en la barra lo atiende un ornitorrinco camarero.
-Póngame un café corto -le dice.
-Se nos ha roto la máquina, cambio.
Iban Platón y un ornitorrinco por la calle y pasan delante de un bar. En una pizarra pone: mamadas a 35 euros - bocadillos a 25 euros. Y le dice Platón al ornitorrinco: ¡joer, esto está tirao, entremos!
Entran y sale una camarera guapísima de labios sugerentes. Platón le pregunta admirado: oyes, ¿eres tú misma la que hace las mamadas?
Y dice ella: claro, cariño.
Vale -responde el ornitorrinco- pues vete lavando bien las manos que queremos dos bocatas de mortadela.
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